El jamón ibérico tiene la calidad de los mejores alimentos, pero también la de los beneficios de su composición. Todo un conjunto de esencias químicas que forman parte de las necesidades nutricionales y activadoras de los procesos de desarrollo y conservación de la vida humana.
Desde el hierro, al magnesio, pasando por la forma en la que se presenta la grasa en el jamón ibérico, todo en él son excelencias.
Vamos a indicar aquí seis razones, sencillas y comprensibles, por las que el jamón ibérico de bellota no debería faltar a la cita con su mesa. Razones para la salud y para el disfrute de un alimento genuino con excelencias.
Una primera razón para consumir jamón i bérico de bellota es porque presenta una concentración de proteínas más elevada, más que un pedazo de carne, por ejemplo de vaca, de las mismas proporciones.
Así, una pieza entresacada de una paleta de jamón ibérico de bellota tiene hasta un 30% más de proteínas que, como comentamos, su equivalente en forma de bistec. Se trata, además, de proteínas que presentan un importante rango nutricional y en el que están presentes todos los aminoácidos.
Segunda razón. Esos cien gramos, una loncha de buen jamón ibérico de calidad, los cien gramos de los que hablamos, aportan alrededor de una cuarta parte de las necesidades de las vitaminas del complejo B que necesita una persona adulta. Vitaminas B1, B6 y B12, que son necesarias para mantener las condiciones físicas.
Un dato al margen. Si bien la presencia de las vitaminas B juega a favor de la salud, la concentración de sal del jamón ibérico, un producto que se sala para curarlo en una parte de su proceso de producción; está por encima de la media con unos diez un once miligramos por cada 100 gramos de carne de jamón ibérico.
Algo que no representa un inconveniente en sí para la salud, pero que deben vigilar las personas con tensión alta. Comer jamón sí, pero en esos casos en dosis moderadas.
Tercera razón. El jamón ibérico tiene también el beneficio de la grasa, pero no una grasa cualquiera, las proporciones de las más saludables también están entre sus propiedades excepcionales.
La cantidad de grasa que tiene una pieza de jamón ibérico viene a rondar por término medio el 20%-24%. De esas proporciones, los ácidos grasos insaturados representan el 55%, destacando por encima de todos los oléicos, que tienen una participación activa en la regulación del colesterol.
Se trata del mismo ácido graso que encontramos formando parte del también beneficioso aceite de oliva, tan de nuestra tierra como el jamón ibérico de calidad.
Cuarta razón. Pero no queda ahí la cosa, el jamón ibérico es un dechado de propiedades beneficiosas cuando acumulan otras igualmente provechosas como las vitamina E, el ácido fólico, el hierro que le da ese color rojizo tan característico del jamón ibérico, pero también la presencia de zinc del que llegan a contabilizarse hasta 2,3 miligramos por cada 100 gramos, la famosa loncha de jamón ibérico.
Quinta razón. En las piezas dejan sentir también los efectos de su buena química el magnesio, el fósforo, trazas de selenio y de cobre que son vitales para la formación y el mantenimiento de los huesos y los cartílagos.
Y, por último, la última de las razones, una sexta, y por si fuera poco, se trata de un producto alimenticio que no tiene ni colorantes, ni aditivos de ningún tipo que trastoquen su esencia natural.
Cualquier persona que coma jamón ibérico de bellota tendrá siempre la seguridad de que estará consumiendo un producto genuino, que está avalado por infinidad de controles de las denominaciones de origen que son las responsables de certificar su calidad y autenticidad con toda serie de indicaciones obligatorias, que van desde las fórmulas de producción, almacenaje o transporte al etiquetado. Todo excelencias.
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